Julio Díaz-Berbel, Cuerpo Jurídico Militar: «la ilusión es la mejor forma de combatir la incertidumbre»
Hace 7 meses que Julio Díaz-Berbel, residente de la Pío XI durante dos años, aprobó la oposición al Cuerpo Jurídico Militar. Fue el inicio de una carrera basada en el asesoramiento jurídico del Ministerio de Defensa y de los juzgados, tribunales y fiscalías militares de dentro y fuera de España. Julio asegura que el mundo del ejército le llama la atención desde que era niño y que decidió juntar sus dos pasiones: la militar y la jurídica en el estudio de la oposición con el deseo de convertirlas en su futuro profesional. Y lo ha logrado gracias a su constancia, su ilusión y el apoyo de familiares, amigos, compañeros y personal de la residencia Pío XI.
¿Por qué decidiste opositar?
Decidí opositar porque en primer lugar era mi vocación y la forma de de acceder al mundo al que quería pertenecer: el militar. También era una salida muy lógica, habiendo estudiado Derecho. Y, además, porque consideraba que da una cierta estabilidad que hoy en día no podemos encontrar nada más salir de la carrera.
¿Qué es lo que más te atraía del cuerpo militar?
La amplia variedad de posibilidades que ésta te ofrecía profesionalmente. En primer lugar, es un cuerpo que asesora al Ministerio de Defensa y a todos los órganos adscritos al mismo, y luego también tiene esa peculiaridad, y es que ejerce la potestad jurisdiccional y la jurisdicción militar. El abanico de posibilidades que te da, tales como asesorar en distintos organismos del Ministerio de Defensa, ya no solo en el territorio español, sino también internacionalmente en zona de conflicto y también en la representación que tiene España en los cuarteles OTAN. Los destinos me llamaban muchísimo la atención y por supuesto, también esa labor jurisdiccional que te permite desarrollarte como jurista.
¿Cómo crees que hay que afrontar una oposición?
Para afrontar una oposición tienes que estar convencido de que eso para lo que estás estudiando de verdad te gusta y, sobre todo, tienes que ilusionarte con esa vida que podrás llevar una vez saques la oposición. Tienes que tener ilusión, estar motivado, contar con un buen preparador, eso sin duda y ceñirte a lo que él te pide y al temario. Tener ilusión es el componente más importante que debe tener un opositor.
Parece que oposiciones es sinónimo de buen estudiante…
No estoy de acuerdo en que un opositor sea sinónimo de buen estudiante. Es verdad que mientras se es opositor se le exige ser un buen estudiante, pero no creo que sea un requisito previo para acceder a la oposición. En mi caso, no fui un alumno de diez. En el colegio mis notas son muy promedio. De hecho, hasta repetí curso, y en la carrera mis notas eran muy promedio también. Y al final conseguí aprobar la oposición al Cuerpo Jurídico en menos años de lo que es la media. Lo conseguí con mucho tesón y, sobre todo, mucha motivación. Es cierto que se debe de tener la convicción y la decisión de que vas a dar lo que tu preparador te exija. Y lo primero y principal, por supuesto, es dedicar muchas horas de estudio. Y sobre todo, ceñirte a lo que de verdad se exige en cada oposición. Hay oposiciones que requieren de una actividad más física y otras que requieren de una actividad más teórica. En mi caso era una combinación de ambas, pero sin duda alguna lo que requiere es que te ciñas de forma estricta, seas muy constante en tu día a día y por supuesto, eso revierte en que debe ser un buen estudiante.
¿Qué es lo que se hace más cuesta arriba cuando estás opositando?
Yo creo que lo que más le cuesta a un opositor no es el día a día en cuanto al estudio, que también, sino la incertidumbre que se produce en esos días. Por eso digo que es tan importante la ilusión, porque es la mejor forma de combatir la incertidumbre.
A mí, personalmente, lo que más me costaba era saber cuándo sería el año en que aprobase la oposición. Pero al final, recurriendo a la constancia, recurriendo a esa ilusión, pues se acababa combatiendo. Y por supuesto, hay momentos duros, en los que llegas al examen y lo suspendes, momentos en los que a lo mejor ni llegas al examen, pero tienes que tener esa ilusión y la convicción de que estás en el camino correcto, haciendo lo correcto y si no estás haciendo lo correcto, lo corriges y sigues en ello.
¿Por qué decidiste estudiar en una residencia, concretamente en la Pío XI?
Primeramente, preparaba las oposiciones en mi casa y la decisión de venirme al Pío fue porque yo entendía que para sacar una oposición a veces se necesita un plus. Por experiencias de otras personas que habían estado en esta residencia y que habían aprobado sus oposiciones, sin duda alguna el Pío podía brindarlo. La residencia Pío XII tiene un ambiente de estudio magnífico y los grandes valores humanos con los que cuenta la institución. Además de los compañeros. Consideré que era el espacio perfecto para desarrollar lo que eran mis últimos años de oposición y sin duda alguna me brindó ese plus con creces.
¿Cómo vive un opositor el momento de enfrentarse a un examen?
Es el momento decisivo para un opositor. Llevamos cantando temas durante años y todos los días y a todas horas y al final todo se resume en lo que hagas en en una única hora y a veces eso es injusto, pero uno no puede pensar si es justo o injusto, porque el sistema es el que es y no se cambia. Hay que pensar que si no sale no pasa nada y que sólo queda mejorar. Recuerdo la frase de un compañero del Pío que decía que la oposición nunca es 2 + 2 igual a 4, no son matemáticas, a veces cambia. Tienes que pensar que has realizado el trabajo correctamente, tener fe y sobre todo demostrar todo lo que sabes y al final el momento acaba llegando.
¿Y cómo es el momento en el que apruebas?
El momento en el que se aprueba la oposición es el momento más feliz de tu vida. Seguramente yo lo imaginaba y lo visualizaba, sobre todo en los momentos previos al examen. Y no, en tu imaginación no alcanza a ser todo lo que en su día fue. Recuerdo que fue un momento de mucha alegría y después de tantos años de preparación…. De hecho, aún hoy en día hay veces que tardo en asimilar que haya aprobado la oposición.
¿Cómo recuerdas los años que estuviste aquí, en la residencia Pío XI?
Es difícil recordar una sola historia. Lo que sí destacaría es el buen ambiente que teníamos cada día, esa capacidad de entendernos el uno al otro, de empatizar con independencia de que preparases o no la misma oposición. Y sobre todo también, ese componente humano que te brinda la institución, que, al final, aunque estés lejos de casa, te hace sentir como en casa. Esto es muy importante para un opositor que lleva una vida aislada y difícil a la hora de socializar.
Echando la vista atrás, ¿Qué le dirías al Julio que comenzaba a opositar?
No le diría que cambiase la forma en la que hizo las cosas, porque al final fue eso lo que le llevó a donde está. Es cierto que tal vez hubiese cambiado muchas cosas al inicio de la oposición, que fueron las que luego el Pío hizo que cambiase, como por ejemplo tener más constancia y más horas de estudio. Yo ya empleaba una media de 8 horas diarias, pero en el Pío, no diré que las doblé, pero sí que es verdad que las horas cundían muchísimo más. Y a la hora de emplearlas en estudiar no pesaba tanto porque sabías que había gente a tu alrededor que lo estaba haciendo. Personalmente no le diría nada al Julio que empezaba a opositar, tal vez sólo le diría que fuera antes a laPío XI.
Aprobaste la oposición hace unos meses ¿en qué momento de tu carrera te encuentras ahora?
Ahora mismo yo me encuentro en la Academia Central de la defensa, aquí en Madrid, que es donde desarrollo los estudios más concretos en el ámbito jurídico, es decir, a todo aquello a lo que me voy a dedicar el día de mañana a partir del mes de julio cuando salga egresado como teniente. Pero el paso por las distintas academias militares comenzó a los 15 días de haber aprobado la la oposición. Empecé por la Academia General Militar en Zaragoza. Fue un momento espectacular porque empezaba mi vida militar. Al principio, a mí no se me hizo tan duro como otra gente. Porque es cierto que compartir con otras personas momentos de tensión ya lo había vivido aquí. Sin embargo, por supuesto, el mundo castrense dicta muchísimo de lo que es el mundo de los opositores. Pero, al final, es un mundo que guarda cierta similitud, la incertidumbre de afrontar un mundo nuevo o también esa sensación de compañerismo. Es decir, hay momentos en los que se sufre porque requiere de un esfuerzo, por parte de la persona, que no está acostumbrada a hacerlo. Pero ese momento de sufrimiento se lleva muchísimo mejor con tus compañeros. Pasé también por la Academia General del Aire, donde recibí formación específica sobre el Ejército del Aire y por la Escuela Naval militar, donde recibimos unos conceptos básicos y una instrucción relativa a todas las funciones que estas personas realizan. Y ahora, de forma más específica, lo que es nuestra labor jurídica, pues la desarrollamos en la Academia Central de la Defensa.
¿Cuál será tu destino cuando termines tu formación en la academia?
En principio, seguramente sean labores de asesoramiento jurídico en los distintos cuarteles, en capitanías generales, porque al final, la antigüedad también es un rango y la jurisdicción es más difícil el acceso, al menos para los recién ingresados. Lo más normal es que acabe destinado en el arsenal, en la Armada, como asesor jurídico del mismo, cargo que desempeñaré con mucha gratitud.
¿Cómo afrontas esta nueva etapa?
Sin duda alguna la afronto con muchísima ilusión y con ganas de desarrollarme jurídica y castrensemente en el destino que me toque y, sobre todo, demostrar por un lado la valía que tiene todo opositor. Y sobre todo, también, de aportar tanto a mi país como, en este caso, a la institución del cuerpo jurídico militar.