Nuevo fiscal del Estado: «La Residencia Pío XI es el lugar donde aprobé»
Noticias 19 Julio 2019
Miguel Álvarez de Cienfuegos Pérez llegó a la Residencia de Opositores Pío XI hace poco más de un año y medio tras 7 años de dura preparación en su ciudad natal, Málaga, consciente de que necesitaba un cambio de método y de rutina antes de tirar la toalla definitivamente. Con 31 años ha aprobado por fin la oposición de Judicaturas y pasará a engrosar la lista de los cerca de 2.500 fiscales que hay actualmente en nuestro país. Entre la alegría y todavía la incredulidad nos cuenta cómo ha sido su proceso hasta llegar aquí.
P.- ¿Cuántos años has estado preparando la oposición?
Mucho tiempo. Estuve estudiando 7 años en Málaga pero coincidió con la crisis y apenas se convocaban plazas. Una etapa muy difícil de preparación sin saber si iban a salir convocatorias. No empecé a presentarme a exámenes hasta los 4 o 5 años y aunque iba aprobando, no terminaba de sacar la plaza. Así que, cuando a principios del año pasado suspendí uno de los exámenes que solía aprobar siempre, tuve que decidir si dejaba la oposición definitivamente para buscar otro camino, o si seguía apostando por el objetivo que había perseguido durante tanto tiempo. Pero para ello necesitaba salir de esa rutina monótona que yo veía que no me llevaba a ningún lado.
P.- ¿Cuándo decidiste que querías opositar?
Desde el primer momento en que acabé la carrera aposté por la oposición. Terminé en junio y en septiembre estaba ya estudiando. En ningún momento tuve duda, porque era lo que yo quería desde que empecé la Universidad, en Málaga.
P.- ¿Cómo era tu vida de opositor fuera de la residencia?
Estar en casa de tus padres, levantarte, desayunar solo, encerrarte en tu habitación, salir para comer (quizá coincides en algún momento con tu padre o con tu madre o quizá no) vuelta a estudiar, te tomas un breve descanso o echas una breve siesta y a las 4 te vuelves a encerrar en la habitación hasta las 9 de la noche, en que quedas o no un rato con un amigo para ir al gimnasio o hacer algo de deporte, para acostarte y enfrentarte a la misma rutina al día siguiente. Así durante todos estos años… Eso acaba agotando a cualquiera.
P.- Cuando suspendes aquel examen que siempre te había salido bien, hay un punto de inflexión. ¿Qué haces en ese momento?
Ahí decido que tengo que cambiar algo. O bien olvidar el objetivo que había querido siempre, o modificar la manera de conseguirlo. Sabía que tenía que seguir estudiando pero no de esa manera y con esa rutina. Lo que más sentí al tomar la decisión de marchar de Málaga fue tener que dejar atrás al que fue mi preparador durante todos esos años, al que debo la base de mi formación.
P.- ¿Cómo conociste esta Residencia Pío XI?
Yo no conocía ninguna residencia en concreto, pero sí había oído hablar de ella a amigos que estudiaban en Madrid y a amigos de mis padres que habían preparado el MIR aquí hace casi 20 años. Todos me dieron muy buenas referencias y me hablaron de ella como la residencia de opositores por excelencia. Al investigar y ver todo lo que ofrecía, no lo pensé y me vine para Madrid.
P.- ¿Cómo cambiaron tu rutina y tu método de estudio al llegar aquí?
La diferencia fue abismal. Fue brutal el cambio y nunca imaginé durante mi período de preparación en Málaga que se pudiera ser tan feliz estudiando una oposición, después de tantos años y tanta carga psicológica como yo tenía. Aquí he estado fantásticamente y el clima de opositores me pareció muy divertido. La diferencia es brutal: de despertarte por la mañana y desayunar solo, pasas a desayunar con compañeros que hacen lo mismo que tú, con los que puedes hablar sobre temas de oposición o de lo que quieras, con los que compartes tiempo de gimnasio y que están siempre dispuestos a ayudarte. El ambiente es fantástico y el personal de la casa siempre está dispuesto a hacerte las cosas muy fáciles. Yo solo tengo palabras de mucho cariño para la gente que trabaja en la cocina, en conserjería, las limpiadoras, lavandería. Me han hecho sentir desde que llegué como si estuviera en mi casa, de tal manera que en 1 año y 6 meses que he estado aquí solo he viajado a Málaga 6 días en total (3 en verano y 3 Navidad) para ver a mis padres. Aquí he vivido encantado, incluso en los períodos más importantes del año; y el agosto que yo he pasado en esta residencia ha sido de los mejores de mi vida. Además, ese momento de estudio rodeado de amigos se hace también más llevadero, aunque sea una jornada de 14 horas. Tienes la sensación de hacer vida social, cosa que antes no ocurría.
P.- ¿Crees que si no hubieras estado aquí no hubieras aprobado?
Pues no lo sé, pero el hecho real es que aquí he aprobado y que el estudio me ha cundido más. He echado muchas horas de estudio y, a la vez, he estado integrado socialmente.
P.- Una vez que has aprobado y ya eres fiscal, ¿cuál crees que es tu misión ahora, en un momento en el que la Justicia está tan en el punto de mira por la opinión pública e incluso por la propia política?
Es normal que la Justicia y los cargos públicos estén sujetos al escrutinio público. La crítica es normal e, incluso, necesaria. Aunque ocurre en muchas ocasiones que se hace la crítica sin conocimiento. Hay muchos sectores profesionales, como los medios de comunicación, que tienden a opinar y están obligados a opinar porque es su trabajo. Pero tampoco lo hacen con mucho conocimiento de fondo, sobre todo cuando hablan de leyes y de casos muy complejos, que suelen reducir a titulares, sesgados ideológicamente muchas veces. Por mi parte, quiero actuar con vocación de servicio público y a la sociedad con conciencia social. Porque la Ley está para proteger al ciudadano más débil frente a gente que tiene una posición más poderosa. Desde esa perspectiva, tengo muchas ganas de trabajar por la sociedad desde el compromiso social.